martes, 22 de julio de 2014

Corazones en llamas

Entrevista realizada por el Dr. Daniel Dominguez a Carlos Daniel Robles, a propósito de su nuevo libro Corazones en llamas



1) Una cosa es escribir y otra publicar, la pregunta es doble: ¿qué te mueve a escribir? ¿Para qué publicar?

Si me remonto al pasado, la necesidad de narrar lo que pasa por mi cabeza, inicia desde que era muy pequeño. Desde siempre he sufrido insomnio y la manera de paliarlo —pero a la vez de profundizar el problema— fue creando historias, las cuales platicaba a mi hermano Jorge, con quien compartía habitación. Desde entonces descubrí lo divertido y gratificante que me resultaba. Sumemos que mi padre era un excelente lector y que la casa siempre estuvo inundada de libros, para que desde temprana edad me llegara la idea de ser escritor. 
    Y pues lo que sigue es publicar, ¿no? De la misma manera que un cantante quiere compartir el gusto por su arte, o el de un pintor mostrar sus trabajos, así me pasa con la escritura. Y como por ahí leí en un artículo: escribir es fácil, publicar es lo difícil. Mi primera oportunidad me llegó con un concurso que de pura casualidad me enteré y donde me otorgaron el Premio Nacional en Libro de Cuentos Juan Vicente Melo, publicándose de esta manera mi primer libro. Luego recibí una Mención Honorífica en el Segundo Concurso de Cuento de la revista Plaboy. Pero después de este buen inicio, he batallado mucho para publicar mi siguiente libro de cuentos: Corazones en llamas. Fueron cinco años en la búsqueda de una casa editora que se arriesgara a publicar a un perfecto desconocido, ya que, como ha quedado claro, el premio en cuento no me abrió ninguna puerta. Sin embargo no me quejo. En estos años he aprendido mucho, escribiendo y corrigiendo —ya cuento con ocho libros listos para su publicación—. Y también leyendo a muchos autores.  

2) Cuando escribes, ¿piensas en algún tipo de lector? ¿Podrías decir si escribes para ti o escribes para alguien más?

Primero y antes que nada escribo para mí. Lo hago sobre lo que me platican, lo que observo, lo que leo, lo que vivo y hasta de lo que sueño. Ya son muchos los cuentos y fragmentos de novelas que paso a mi computadora en cuanto despierto, para que no se me olvide lo que soñé. 
    Ahora ya pienso más en mis lectores. Sobre todo en aquellos que no acostumbran leer y que me darán su atención si lo que les ofrezco es algo que los atrape desde el principio. Y digo ahora, porque antes no era así. Comencé a hacerlo ante los comentarios de mi primer libro. Me dio mucho gusto que me dijeran qué era lo que más les había gustado y es por ello que ahora intento cubrir esas expectativas. 

3) Eres un narrador, ¿qué tan libre o experimental te sientes cuando escribes cuento? ¿Sigues alguna estructura o modelo para escribir relato de corto aliento?
Cuando escribo intento ser libre y hacerlo de una manera tal que, si bien ya tengo una idea total de lo que trataré, también busco inventar al paso. Intentar ser espontáneo. Cada quien sueña con ser lo más original posible y por ello no me agrada la idea de seguir una línea o una estructura preconcebida. Por lo mismo practico escribir en primera persona, en tercera persona, en segunda persona; en presente, en pasado y hasta en futuro. Y abordar las historias de maneras diferentes, donde los personajes principales serán a veces hombres, otras mujeres, homosexuales, niños o ancianos. Con esta variedad espero ser más ameno al lector.  

4) Todo escritor tiene influencias literarias en las que se nutre, ¿cuáles son esos autores con los que estás en deuda?

Quedé fascinado con libros como El Llano en llamas, de Juan Rulfo; Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis; Chin-Chin el teporocho, de Armando Ramírez; Amores de segunda mano, de Enrique Serna; Cadáver de ciudad, de Juan Hernández Luna; y, más recientemente Sombras detrás de mi ventana, de Eduardo Antonio Parra. Pero como bien dice el maestro Agustín Monsreal, en la realidad nuestras influencias no sólo son de uno o dos escritores, sino de una pléyade de estos que, a lo largo de nuestras vidas, hemos leído. Del mismo Monsreal me encantó su cuentario La banda de los enanos calvos. Pero es muy injusto sólo nombrar los anteriores, pues he leído a tantos que en verdad soy un producto de todos ellos. Hasta de mis mismos parientes y amigos que cómo influyen en mis personajes e historias.

5) Por último, ¿cómo experimentas tú la relación entre realidad y ficción en tu obra?

En mi caso va muy unida, pues escribo Realismo. Yo le llamo Realismo a Detalle, y es por ello que en mi narrativa conservo el lenguaje con el que me llegaron de primera mano y luego con el que son concebidas. No me autocensuro en nada: ni en las palabras usadas ni en el argumento medular. Tal cual me llega la historia, tal cual queda. Cruda y directa. 

Daniel Domínguez Cuenca
Es doctor en Letras por la UNAM (2005-2009), su tesis “Juan José Arreola, de la palabra al acto”, reflexiona sobre la noción de teatralidad en la obra y persona del escritor. Es maestro en literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana (1996-1998), su tesis se ocupa del análisis de La hija de Rappaccini, única obra teatral escrita por Octavio Paz. 
Ha publicado obras teatrales en la Revista Tramoya, en los números 88 y 92, así como en la antología dedicada al Teatro de Frontera, capítulo Veracruz, Dramaturgia del Puerto, seleccionada y prologada por Enrique Mijares, bajo el sello de la Universidad Juárez del Estado de Durango.
Ha sido becario y tutor en el área de teatro del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Veracruz.
Su carrera conjuga la docencia, con la promoción cultural, la gestión y la práctica artística en la escena.
Coordina el Foro de Lectores y Lecturas en USBI Veracruz, de la Universidad  Veracruzana, en donde desde abril de 2013 desarrolla el proyecto Reflexionario Mocambo, espacio de producción, investigación y reflexión que explora las fronteras entre la palabra, el acto y la imagen con identidad regional. Dicho proyecto expresa su principal línea de investigación. 
El doctor Domínguez Cuenca no sabe vivir lejos del mar, tiene la costa impregnada en los sentidos, es navegante de sueños con alma de cronopio.

Carlos Daniel Robles Grajales
Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Veracruzana, Carlos Daniel Robles nació en Veracruz, México, en el año de 1968. Escribe novela y cuento. En el año 2009 mereció el Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo por su Ópera Prima la antología de cuentos Sexo sin Pudor y Algunas Lágrimas, publicado por Ficticia Editorial y presentado en las principales ferias del libro de su país. En el año 2010, por el relato Me arrepiento, recibió Mención Honorífica en el Segundo Concurso de Cuento realizado por la revista Playboy, certamen de carácter internacional. 
Vicente Francisco Torres, ex colaborador de Carlos Monsiváis en la revista Siempre, dice de su primera obra: El tipo de personajes y el tipo de escenarios que maneja revelan la condición humana; no es un libro maniqueo, sino uno que muestra la condición humana en todos sus aspectos contradictorios y oscuros.
Antonio Ramos Revillas, escritor y editor, nos dice: Carlos Daniel Robles es un narrador nato y tiene una gran capacidad para retratar la oralidad en los personajes que maneja. Las historias, la mayoría, están bien desarrolladas y todas tienen algo de picaresca que las hacen muy divertidas, gracias también a que su prosa es directa, sin rodeos, una prosa al servicio de la historia y no de quien narra; vaya, no se pierde en florituras.
Su libro Corazones en llamas se puede adquirir en formato electrónico en el sitio www.nuevaeditoradigital.com, donde también se puede descargar el primer cuento completamente gratis. El libro en formato impreso, en Facebook Carlos Daniel Robles Grajales.


Corazones en llamas. Reseña del Dr. Daniel Domínguez Cuenca
Conocí a Carlos Daniel Robles Grajales como ganador del Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo en el año 2009, premio convocado por el Municipio de Boca del Río y Editorial Ficticia, fue entonces toda una revelación para el jurado, por ser un escritor maduro y por ser, coincidentemente, veracruzano. 
Le perdí la huella algún tiempo, supe que había ganado una Mención Honorífica por un texto escrito para la revista Playboy, y supuse que seguiría escribiendo cuentos cargados de lenguaje cotidiano y picardía, donde el sexo, el erotismo y el habla popular se mezclan con la crudeza de la vida, los dichos y las habladurías de colonia.
Cinco años más tarde lo reencuentro publicando otro libro de cuentos, ahora en un esfuerzo más personal, con apoyo de algunas editoriales independientes, incursionando en los nuevos formatos electrónicos de edición y venta. 
Es el mismo autor, continúa experimentando esa misma línea, quizás ahora enriquecida por las experiencias que la propia vida le ha prodigado, tal vez más decididamente abierto a reconocer el lenguaje crudo, a ratos soez, llano, del habla popular de las mujeres y hombres que habitan el trópico veracruzano. Sus temas juegan con el rol de la mujer en la sociedad contemporánea, con el punto de vista femenino y masculino sobre la sexualidad bruta, sobre la ingenuidad y sobre esa vocación tan mexicana de jugar la ruleta en una feria en la que unos ganan y otros pierden, ya sea la virginidad, el aprecio social o el bienestar económico.
Explora Carlos Daniel un mundo poco esperanzador, el universo de aquellas y aquellos para quienes las posibilidades de ascenso social, bienestar económico y enriquecimiento ético son sumamente limitadas. Su campo de batalla es el de la sórdida guerra horizontal de los sexos, los parientes y los amigos en la que hay que estar siempre a las vivas para no perder la poca honra que nos queda en un descuido.
Creo que Carlos Daniel tiene que seguir explorando caminos en su formación como escritor, conocer mejor sus verdaderas influencias y afinar sus búsquedas profundas, no obstante, reconozco en él su vocación de narrador, su valoración y rescate de un mundo oral contemporáneo de costa tropical, su destreza para tejer el cuento, su capacidad para involucrar al lector en un río que arrastra matorrales de morbo, sin pretender imponer una lección. 
Juzgue pues el lector estos relatos ardientes que conforman el cuentario Corazones en llamas.