martes, 7 de enero de 2014

Juan Carlos Sánchez Clemares


Si Juan Carlos Sánchez Clemares es todo un personaje, él como persona real, imagina lo que serán entonces sus criaturas. Leer a Sánchez Clemares es todo un ejercicio de paciencia lectora, a la que no hay hipótesis aventurada que puedas confirmar pues todo lo que se te ocurra, hasta tus más locas fantasías qué puedes esperarte al dar vuelta a la hoja, queda derrumbada por su fecunda imaginación. Historia, fantasía, humor, de todos los colores, pequeños comentarios sarcásticos que un lector avezado ve mientras el texto se desenvuelve frente a ti, todo eso y mucho más es Sánchez Clemares como autor. Nunca hace lo que esperas, nunca; entonces piensa en él como un escritor maravilloso que va a sorprenderte. Leerlo es fácil, es ameno, es sencillo, su pluma y su palabra se deslizan como agua de manantial, mi expresión favorita para algunos pocos escritores. Escribe muy bien, demasiado bien, puede llegar a avergonzarte si tú también lo haces, si hasta llegas a odiarlo de lo bien que lo hace. Su impresionante estilo cinematográfico también está presente en esta saga del Águila, cada hoja que lees es una o más de una escena llena de acción, de colorido y en cinemascope porque no se anda con chiquitas a la hora de describir. Y que conste que opino que la tapa no le hace justicia al contenido de los dos libros, pero reflejar la historia como la obra de fuerzas sobrenaturales y su trabajo para modificar lo que puede venir es difícil de lograr.
Historiador, lleno de fantasía, conocedor, brillante estratega, todo eso hace de sus libros una mezcla vigorosa llena de talento. Si tuviera que convencer a alguien para que se aventure ante su prosa le diría esto: Empieza, con paciencia, y espera, en cualquier momento volverá tu mundo de revés, te hará retroceder y preguntarte ¿qué pasó aquí? Y seguirás leyendo con un fervor que te llevará a no levantar la vista hasta que todo, absolutamente todo encaje, como si en vez de un libro hubieras presenciado la batalla del más brillante estratega donde nada, absolutamente nada, ha quedado liberado al azar. ¿De cuántos escritores puedes decir esto?
Bea Sylva


Entrevista al autor sobre sus trabajos.

1. Como se entiende, un libro que parece una historia novelada de un hecho real que se inicia con una advertencia que nos pide que sepamos que no es historia. ¿Eres un escritor que hace ficción, o uno que recrea la historia? ¿O uno que usa la historia como elemento motivador?

Pues las tres cosas. Soy un escritor que hace ficción, pero al que le encanta la Historia y la usa como elemento motivador. ¿Cuántas veces no hemos escuchado aquello de que la vida real supera a la ficción? Pues es cierto. En la Historia tenemos miles y miles de historias increíbles, personajes asombrosos y situaciones al límite de la imaginación. El ser humano es capaz de las proezas más hermosas y constructivas a la vez que las miserias más abyectas y perjudiciales.
Me encanta recrear la Historia, porque siempre he poseído el sueño de tener una máquina del tiempo (al estilo de la de H. G. Wells) y poder asistir en primera persona a todos esos momentos pasados, a ser testigo de esos acontecimientos denominados históricos y a resolver esos misterios que sencillamente me cortan la respiración. Bueno, pues hasta que tenga esa máquina del tiempo me temo que tendré que retroceder con mi imaginación al pasado y recrear la Historia. Y claro, al no tener conocimientos de primera mano sobre lo que realmente sucedió, tengo que tirar de la ficción, acercándome lo más posible a lo histórico. Pero un día me dije: “¡Ey! De siempre he querido saber que hubiera ocurrido si la Historia tomara otros derroteros diferentes, que hubiera pasado con el mundo que hoy conocemos. ¿Y si además meto elementos de fantasía sobrenaturales estilo Lovecraft o Howard?” Y así nació La Saga del Águila.

2. ¿De dónde nace tu afición por la historia? No es la primera vez que escribes sobre hechos o personajes reales, estoy pensando que hasta tu bizarra novela sobre mayas y zombis, siendo una entretenida ficción, se parece más a la novelización de una época histórica que a un juego de imaginación.

Pues es cierto. Y no solamente estas novelas que comentas, sino otras, como la trilogía de novelas CRÓNICAS DE UN CONQUISTADOR, sobre la Conquista de México en 1519, o VAMPIRUS, el primer caso verídico de vampirismo en Europa en el siglo XVIII e investigado oficialmente. Y ahora mismo estoy trabajando con EL PUEBLO DE LAS NUBES, sobre la expedición de Juan de Oñate a Nuevo México en 1598. Es decir, o novela histórica o novela de ficción ambientada en determinada época. Y es que como bien me preguntas, me encanta la Historia.
En cuanto a de donde viene esta afición, me resulta un poco difícil contestar, pues desde que tengo memoria la Historia siempre me ha atraído. He comentado varias veces que mi madre me enseñó a leer y escribir con cinco años, y lo hizo con la ayuda de libros y cómics. Esto significa que, aunque fuera muy pequeño, y gracias al esfuerzo y comprensión de mi madre, a los siete años era capaz de leer obras más complejas que las normales para un niño de esa edad. Mis primeras novelas históricas leídas fueron la imponente y monumental “Yo, Claudio” de Robert Graves, y “Sinuhé, el egipcio”, de Mika Waltari. Al menos son las dos primeras que recuerdo. ¡Imagina el impacto de semejantes novelas, de tan increíbles mundos, en la mente de un zagal! La lectura de esas dos obras maestras me abrieron al conocimiento de que existieron civilizaciones y personas que nos precedieron y que vivieron unas vidas tan apasionantes como cruentas, tan maravillosas como miserables. Es decir, fueron seres humanos hechos a su tiempo.
Comencé con la novela histórica, pero, ¿era cierto lo que se decía en aquellos libros? Por ejemplo, ¿es cierto que Germánico murió envenenado por su propio hijo, Calígula, en la novela de “Yo, Claudio”? El siguiente paso lógico era leer libros de ensayo, de divulgación, y poco a poco me fui interesando más y más en la Historia.
Vamos, digo yo que fue así…

3.No es difícil imaginar que alguien que puede describir escenas históricas, como diría mi amiga Bea “cinematográficas”, es un profundo conocedor de la historia y sobre todo de las artes de la guerra, ¿es así?


No queda otra, y me explico. Un verdadero escritor que desea escribir novela histórica se debe convertir en un maestro, o lo más parecido, sobre el momento histórico al que desea convertir en historia novelada. Es decir, en un experto. Vamos a hablar de las novelas LA SAGA DEL ÁGUILA. Para poder escribir sobre Roma y el inicio de lo que conocemos como Imperio con Augusto como emperador (aunque empieza antes con Julio Cesar, podíamos decir), antes tuve que pasar por un periodo de lectura y aprendizaje de todo lo que pudiera sobre Roma, no solamente su historia, sino como vivían los romanos, que comían, que era lo que hacían, cuáles eran sus aficiones, sus miserias, sus ambiciones, intentar acercarme lo más posible, con la dificultad que eso conlleva, a como sería un romano en esa época. Es decir, saber tanto de los conocimientos técnicos (fechas, vestuario, armamento…) como de los espirituales (sus sueños, amores, envidias, rivalidades, creencias religiosas, la familia…). Y no sólo sobre Roma, porque si escribo sobre germanos y britanos, también tengo que estudiar sobre ellos. He leído muchos libros sobre el tema, y no solamente ensayos, sino también otras novelas históricas que son una referencia, como la mencionada “Yo, Claudio” de Robert Graves, u otras como “Imperium” de Robert Harris.
No dejas de cometer fallos, claro está, pero el conocimiento de los Clásicos de la Antigüedad y el haber estudiado mucho sobre el tema te ayuda a que tu novela tenga muchos más atractivos para el lector. Aunque sin olvidar la historia y la narrativa, porque puedes cometer el fallo de rellenar tu obra con multitud de datos para demostrar cuanto sabes pero luego la novela ser aburrida porque no has profundizado ni en la historia, ni en los personajes.
En cuanto a lo del arte de la guerra, también he estudiado mucho sobre como se combatía en la Antigüedad, las armas, la carrera tecnológica de la época y la revolución que supuso la aparición del ejército profesional sobre todo a raíz de los cambios introducidos por Mario en las legiones romanas. Pero va más allá de todo esto el conocer el arte de la guerra. Desde pequeño me han atraído las películas donde se veían grandes batallas. Si los libros de novela histórica me impactaron de crío, no menos lo hicieron grandes películas como “Julio Cesar”, “Espartaco”, “Zulú” o “Las Cruzadas” entre otras. Observaba atentamente las maniobras de los soldados, el ataque de la caballería, la disposición de las huestes y luego intentaba recrear dichas batallas con mis muñequitos de plástico (tenía cientos) introduciendo variantes para ver que resultaba. Esto entronca directamente con otra de mis aficiones, que son los wargames, juegos de miniaturas donde la estrategia y el conocer tanto a tu ejército como el de los demás es fundamental; y durante muchos años fui un jugador sencillamente imbatible, aunque esté mal el decirlo, je, je, je (risa pretenciosa).
Ahora estudio libros sobre el tema, tengo manuales de batallas históricas, he leído las biografías de prácticamente todos los grandes estrategas e incluso poseo documentales donde puedes observar paso a paso el transcurso de una batalla.
Cuando escribo batallas para mis novelas intento introducir casi siempre un poco de verdad en ellas, basándolas en alguna batalla verdadera, para a continuación darle el toque de mi imaginación y crear esas variaciones como hacía con mis muñequitos cuando era chiquito. También “diseño” las batallas, esbozo una clara estrategia, un complicado ballet que luego intento describir a la hora de narrar el acontecimiento bélico. No solamente pienso en la estrategia romana, sino también en las reacciones del contrario. Si hago esto, ¿cómo reaccionaría la caballería enemiga? ¿Qué puedo hacer para evitar la amenaza de la caballería enemiga y además intentar flanquear al contrario? Durante unos días le doy vueltas en la cabeza a la batalla hasta que la tengo bien clara.
En LA SOMBRA DEL ÁGUILA tenemos un claro ejemplo en la batalla de Germánico contra Arminio. La batalla existió, pero, desde luego, no terminó como lo hace en la novela (aunque en la vida real Roma también ganó la batalla —fue años más tarde—, pero con sutiles diferencias y de otra forma) porque ya se encuentra cambiada, encajada dentro del resto de batallas que son completamente inventadas. ¿Soy un estratega? No lo sé, simplemente utilizo mis conocimientos, la lógica y la experiencia que verdaderos estrategas han legado para la posteridad. Pero lo que sí intento, y creo que lo consigo, es dar al lector una clara muestra de la épica de la guerra… y lo tremendamente espantosa, abominable y sangrienta que es; una locura que mancha a la Humanidad.

4. Tus personajes tienen una cualidad que llama la atención, no eres dulce con ellos, los llamas ineptos, inútiles, indisciplinados, son tan humanos que son humanos, es decir, sobrepasan el papel y desnudan las debilidades humanas, y por qué no creerlo,  sus fortalezas también, ¿cómo los creas?


No me gustan los perfectos personajes, esos seres que son tan buenos y tan perfectos en sus obras y dichos que son simplemente aburridos y no creíbles. Por lo mismo, tampoco creo en los malos que son malos porque sí, porque también suelen ser aburridos y poco creíbles. Aunque es cierto que existen personajes a las que les atrae la maldad, siempre hay un motivo para ello. El malo lo es porque las circunstancias le invitan u obligan a ello y luego actúa en consecuencia, siendo coherente con el camino que ha elegido recorrer. Eso le da personalidad a ese personaje, y el bueno, para que sea atractivo, al menos en mi opinión, no debe ser tampoco perfecto.
Mis personajes son humanos porque yerran, porque se dejan dominar en ocasiones por sus pasiones o egoísmos, por sus ocultos secretos. A veces fuerzas externas les obligan a actuar de forma contraria a lo que les gustaría, o simplemente tienen miedo en un determinado momento y su comportamiento es poco heroico. Pero son humanos, y en sus miedos, dudas y errores nos sentimos identificados. Aunque sus hazañas son extraordinarias, no dejas de sentir que tu también podrías hacerlo, y que también sentirías el miedo recorrerte la espina dorsal al contemplar a miles de bárbaros sedientos de sangre correr hacia tu posición enarbolando enormes hachas de dos manos.
Lo importante de mis personajes es que sean creíbles, cada cual a su manera y según su personalidad. Que hagan esto o aquello da lo mismo, ya que, al igual que en la vida real, son empujados por los acontecimientos o por fuerzas ajenas a ellos y que no pueden controlar. Lo importante es que sean fieles a sí mismo después de todo y que lo intenten hacer lo mejor que puedan. Que sean buenos o malos eso ya se lo dejo a la opinión de los lectores.
¿Cómo los creo? En mi próxima obra titulada COMO ESCRIBIR UNA NOVELA Y NO MORIR EN EL INTENTO, que se publicará en ediciones nED (toma publicidad de la buena), describo al detalle como creo a los personajes, pero para resumir, diré que me pongo a pensar en ellos y hago preguntas: ¿Por qué son así? ¿Qué les impulsa a ser de tal forma? ¿Qué desean, qué quieren en verdad? ¿Cuáles son sus ambiciones? ¿Cómo fue su infancia? ¿Tuvieron una buena infancia, buenos ejemplos a seguir, o su infancia fue una serie de traumas, horrores y padecimientos? Y así me dedico a realizar preguntas hasta que las respuestas me van perfilando al personaje, creo una pequeña historia sobre él y ya me pongo a trabajar en la novela.
Como cosa curiosa, añadir que, en muchas ocasiones, cuando estoy escribiendo los personajes cobran “vida” propia y se me escapan de las manos, parece que ellos solos se escriben y yo tan sólo soy un instrumento para narrar sus peripecias. Entonces sí, pienso, he hecho bien mi trabajo.

5. Te he visto en Facebook, como un niño fanático y amante coleccionistas de esos pequeños juguetes, y en tus novelas siempre hay estrategas que desarrollan las guerras más grandes y las más pequeñas también. ¿Qué punto tienen en común ambos? ¿Juegas mientras tus personajes idean esas maravillosas luchas que también describes, o todo ocurre en tu cabeza?


Ja, ja, ja. Sí, los Playmobil y las miniaturas de Warhammer 40.000, los Lobos Espaciales. A esta pregunta ya he contestado un poco más arriba, pero puedo añadir que la guerra es simplemente un juego. Un juego mortal donde las personas sufren horriblemente y la muerte y destrucción campan a sus anchas llevando la miseria y el hambre a las poblaciones. Es un juego que niños malcriados suelen llevar a cabo sin pensar en las consecuencias que puedan ocasionar a los demás, porque normalmente ellos suelen estar a salvo de tales consecuencias. Pero los que viven la guerra en primer plano, como por otra parte se hacía en la Antigüedad, saben de su seriedad, pero, aún así, lo toman como un juego. Por tanto, las estrategias y batallas para mis novelas las tomo como un juego donde disfruto moviendo batallones, soldados y a los personajes, todo ello en mi mente. Aunque, claro está, para mis personajes es algo muy serio y mortal, pero es que no dejo de ser yo también un niño malcriado…

6. Traspasando un poco tu novela, ¿crees que en estos días la Humanidad puede clasificarse entre bárbaros y romanos? Algunos bárbaros, sanguinarios y elementales, y otros racionales, disciplinados, y empecinados en respetar… ¿algo?


Bueno, las clasificaciones no son tan fáciles, no es un blanco o negro, sino que hay muchos matices de grises y cuando se llega a ambos extremos es igual de malo. Pero en concreto, y si nos atenemos a como se repite la Historia y al Imperio Romano y su caída, sí, hay ciertos elementos que podemos considerar bárbaros y la civilización occidental, heredera directa de la romana, que está haciéndose pedazos poco a poco y descuidando las fronteras, donde los bárbaros esperan su ocasión y mientras lo hacen aporrean las puertas de las murallas.
Si miras más allá de lo que te quieren informar y te muestras un poco interesado por los devenires de nuestra sociedad, te das cuenta que en ciertas partes del mundo los bárbaros siguen ahí, no han evolucionado apenas nada desde la época de las grandes invasiones y migraciones tribales que se conocen como bárbaras. Han cambiado las hachas, espadas y escudos de madera por pistolas, misiles y granadas, pero se siguen matando por lo mismo: odios étnicos y tribales, recursos, ideologías extremas sean o no religiosas o por el simple hecho de poder hacerlo. Miran a Occidente, a Roma, con ojos envidiosos, temerosos, pero a la vez con odio, con un irrefrenable deseo de destruir aquello que ellos consideran que les oprime o porque es diferente y no lo toleran, pero a la vez desean, aunque lo nieguen, aprovecharse de las ventajas de esa Roma que parece otro mundo.
A su vez, Occidente y sus herederos no cejan de destruirse a sí mismos, porque ya no luchamos por ser mejores ni afrontar nuevos retos, sino que nos limitamos a vivir de los hitos que hicieron nuestras anteriores generaciones, hemos engordado el trasero y no deseamos más que gozar de vidas placenteras y tranquilas. Junto con la decadencia, nos encontramos con una sociedad que confunde términos y prioridades, que no desea esforzarse y prefiere que se lo den todo hecho pero envuelto en una fina capa que se llama “libertad” y que no es tal, sino tan sólo cadenas invisibles más fuertes que el acero. Exigimos derechos, pero negamos nuestros deberes, renegamos de nuestra Historia, de nuestros ancestros y de nuestra cultura, mientras nos autodestruimos y, junto con eso, consumimos desenfrenadamente los recursos atizando a su vez a los bárbaros que, no lo olvidemos, también se atizan ellos solitos sin necesidad de ayuda por parte de Occidente.
Así pues, es posible que la Historia se repita y sí, existen esos bárbaros, y existen esos civilizados que respetan y pretenden crear un mundo mejor, más justo o al menos más lógico y equitativo. El problema es que esos son muy pocos, cada vez menos, y los bárbaros cada vez más, porque no hay que olvidar que las filas de los ejércitos bárbaros se nutren con mayor profusión en estos tiempos con supuestos “civilizados” que se creen superiores porque tienen teléfonos móviles de última generación. Y que cada cual saque las conclusiones que quiera de mis palabras.

7. Como autor, ¿qué valor le das a la disciplina? Ya en La Saga del Águila dejas sobradamente mostrado que es quien hace al soldado en una auténtica máquina de guerra. Un escritor se deja sumir por el encantador caos de tantas musas, ¿o es el trabajo disciplinado el que pone en palabras una historia?


La verdadera potencia de las legiones romanas se encontraba en la disciplina tanto de sus mandos como de sus soldados. Esa disciplina, que se conseguía con muchos años de entrenamiento y leyes despiadadas, convertía a las legiones en una fuerza militar como nunca antes la Humanidad había contemplado.
La disciplina no solamente se aplica para temas militares, es un ejemplo que he puesto atendiendo a la pregunta, sino para otros ámbitos de la Vida, en este caso, de la del escritor. Es un mito que ya llevo explicando desde hace años a los profanos: el del escritor que trabaja inspirado por las musas más que por otra cosa. Ese escritor normalmente nunca termina las obras que comienza, ni mejora, ni va a ningún lado. Todo eso de la inspiración, las musas y demás son fantasías que las personas que no conocen el mundo de la literatura se inventan o escuchan por bocas de terceros. Es cierto que las ideas para una novela nacen de nuestra inspiración, que en determinados momentos las musas nos rondan y soplan al oído ciertas historias, pero la disciplina en un escritor lo es todo.
Es la disciplina la que nos hace sentarnos delante de un ordenador durante horas, días, semanas, meses y años hasta terminar la novela. La disciplina es la que nos impide desfallecer, la que nos urge a terminar y a sobreponernos a todos los problemas que se nos presenten y a no parar de trabajar, porque escribir, después de tener la idea, es simplemente trabajar. El 99% del trabajo de un escritor es escribir, escribir y no parar de hacerlo, y solamente la disciplina es la que nos puede ayudar.
Da igual que dediques una o dos horas al día a escribir, o tan sólo treinta minutos, pero si tienes disciplina y eres capaz de seguir tus patrones de trabajo, sean cuales sean, entonces es más que posible que te conviertas en un escritor. Porque las novelas no se escriben solas por mucho que las musas nos ronden.

8. No es la primera novela tuya que leo, y no dejo de imaginarla como una novela hecha para el cine, ¿es pura coincidencia o es un esfuerzo más de honroso trabajo de autor?


No es una coincidencia, es mi estilo, o al menos es el estilo que intento imprimir a mis novelas. Un crítico un día tildó mi estilo de “lectura visual” y eso me encantó. No soy el primero en tener este estilo, por supuesto, pero lo cierto es que no lo suelo encontrar muy a menudo y prácticamente lo tengo como mío (es vanidad, lo sé, pero así somos los escritores).
Los escritores de ahora tenemos una gran ventaja sobre nuestros predecesores, y es que hemos nacido con el cine, hemos visto películas desde niños y eso nos ha impulsado mucho más la imaginación y nos ha concedido una herramienta valiosísima a la hora de escribir novelas. Gracias a la “magia” del cine y de grandes directores, actores y guionistas, los escritores nos hemos visto reforzados en nuestro trabajo de una forma tal que hace un par de siglos ni se hubiera soñado (al menos que sepamos).
Cuando imagino las historias en mi cabeza, esas historias que voy a pasar al papel, me las imagino como escenas de películas, con ritmo, música y hasta conversaciones. Luego, ya puesto a escribir, intento narrar esa escena tal y como la veo en mi cabeza, intentando transcribir en letras tanto lo que veo como lo que siento y la velocidad narrativa que creo adecuada. Claro está que te tienes que amoldar a las reglas de la escritura, pero procuro ser flexible e incluso, porque no, trasgredir de cuando en cuando esas reglas si sirven para un bien mayor. ¡Hasta escucho música de películas cuando escribo!

9. Una duda que me planteé cuando terminé tu Saga del Águila, ¿crees que jugar con tus lectores te resta o te suma lectores? Tenemos una saga que en su primera parte parece una simple historia de guerra, ya sabes, el bárbaro, el romano, batallas, estrategias, muerte, sangre, un ganador.. y de repente, cuando sólo esperas el final lanzas tu novela histórica al tacho y nos dejas con la boca abierta, lo sobrenatural, la magia, la fantasía aparecen y la novela que estabas leyendo mutó en otra. ¿Te gustan esos juegos mentales, ese elemento sorpresa que descoloca al lector y le hace, imagino, recordar a tu santa madre…? ¿Qué valor le das al plano espiritual por llamarlo de algún modo?


No sé si me suma o resta lectores, creo que debe sumar, porque doy por hecho que el lector que lea la segunda parte es porque le ha gustado la primera y seguramente lea también la tercera. Cuando escribo procuro conseguir tres objetivos claros: que el lector se entretenga con lo que lea, que pueda aprender algo y que se sorprenda por algo (sea bueno o malo, pero que se sorprenda, caray…). En La Saga del Águila quise comenzar como si fuera una novela histórica más de Roma, violenta, cruel, realista, pero una novela histórica más, y cuando se llega a un determinado capítulo la historia comienza a girar y a moverse por otros senderos que seguramente el lector desde un principio no había ni intuido siquiera.
En España he recibido numerosas críticas sobre La Saga del Águila, algunas negativas, claro, pero la inmensa mayoría, aún atacando (con razón) mi estilo y cierta falta de técnica (tengo que mejorar), en líneas generales el hecho de haber mezclado la Historia con la fantasía sobrenatural y sobre todo con Roma parece que ha gustado mucho. Una de las mejores críticas que recibí fue de un lector amante de la novela histórica sobre la antigua Roma que me dijo lo siguiente: “no me gusta que cambien la historia de Roma, me chirrían los dientes cuando junto con los legionarios salen monstruos o magia, pero la historia me ha entretenido hasta el final”. O sea, que la historia termina por enganchar. Y si creéis que ya lo habéis leído todo y que poco más os va a sorprender en La Saga del Águila estáis muy equivocados. Con esta saga de novelas pretendo llevar al lector a situaciones increíbles, a momentos históricos sí pensados, pero nunca llevados a cabo y a más juegos de esos que has dado en llamar “mentales”. Ja, ja, ja… (risa perversa).
Respecto al valor que le doy al plano espiritual, decirte que sí, le doy mucho valor. La espiritualidad está en mis historias, en los personajes, impregno mis narraciones con ella, sólo hay que saber verla para darse cuenta que existe y es un elemento indispensable.

10. ¿En el fondo crees que los humanos sólo somos los conejillos de indias de fuerzas más allá de nuestro entendimiento, o es la simple travesura de un escritor que busca eso: sorprendernos?


Espero y deseo que los humanos no seamos el conejillo de indias de nadie ni nada, y mis novelas buscan el entretenimiento y estimular la imaginación de los lectores. Ahora, tampoco tengo dudas que existen fuerzas más allá de nuestro entendimiento. Otra cosa muy diferente es que hayamos topado con esas fuerzas y no las hayamos entendido, o que estemos por encontrarnos con ellas. El tiempo lo dirá.

11. Druidas, sí, forma parte de la cultura que como europeo traes, cuando aparecen en tu novela en el medio del bosque, la sorpresa de su aparición mutó en aceptación. Ahhh druidas, sí, ahora entiendo, pero agregar una fuerza poderosa en un personaje llamado Américo superó mi imaginación ¿Cómo nació o cómo nacieron estas criaturas oscuras de tu saga?


De siempre he sido seguidor de los grandes escritores Robert E. Howard, Arthur Conan Doyle, Edgard Allan Poe y Arthur Machen, y, como no, del creador de los mitos primigenios, arcaicos y cósmicos por excelencia: H. P. Lovecraft. Desde pequeño ya leí las obras de estos genios de la literatura fantástica, aventurera y terrorífica y, sobre todo Howard y Lovecraft, son los que más me han inspirado a la hora de crear a los entes y criaturas sobrenaturales de mis novelas de La Saga del Águila. De hecho, es un homenaje a estos autores.
            De Lovecraft me encanta su universo oscuro, cruel y totalmente alienígena que se encuadra dentro de lo que se conoce como Los mitos de Cthulhu. El horror cósmico de Lovecraft es increíblemente alucinante y estimula completamente mi imaginación. Pero el problema de los dioses espantosos de Lovecraft es que superan tanto la capacidad del ser humano que es imposible enfrentarse a ellos. Cuando lees a Lovecraft te das cuenta que la raza humana está condenada, es igual lo que haga, su destino es caer de forma horrible ante estas entidades y sus repugnantes seguidores. Howard también creó su universo particular de dioses y entidades cósmicas, sobre todo en sus obras relacionadas con Conan el bárbaro, Kull de Valusia, el puritano Solomon Kane o el jefe picto Bran Mak Morn entre otros y, al igual que Lovecraft, parte de sus dioses y criaturas eran tan poderosas que los seres humanos no se podían enfrentar a ellos, pero al menos siempre presentaba una posibilidad, una opción de escapar con bien del acoso de estas entidades cósmicas. Los personajes de Howard son poderosos, capaces de hacer huir o incluso destruir a las fuerzas que les atacan. Son personajes de fuerte voluntad y brazo de acero. Lovecraft crea unos mundos y realidades espantosas, con el trazo seguro de un genio, y Howard personajes más grandes que la Vida misma, capaces de enfrentarse a lo que sea y prevalecer.
            Los Dioses Oscuros nacen de la mezcla de estos conceptos, en un claro homenaje a dos de mis autores favoritos. Creo un universo que se amolde a lo que pienso es más acorde a mis historias y personajes y procuro ser coherente con la trama. A esto se une que muchas religiones antiguas, que existieron pero que ya no poseen seguidores (al menos que sepamos), tienen similitudes con los ritos y mitos de los Dioses Oscuros. ¿Qué sabemos nosotros realmente de los ritos de los antiguos druidas, de los ocultos conocimientos de los sacerdotes babilónicos, o de los mayas, o de los egipcios? No hace falta estudiar mucho para darse cuenta que los Dioses Oscuros están ahí, en la Historia, sólo hace falta tener valor para enfrentarse a la terrible realidad…

12. Si Augusto hubiera continuado ampliando el imperio romano, ¿qué crees que sería el mundo ahora? ¿Y tú, un legionario más, o el escritor qué eres? Esta pregunta es una metáfora, que puede ayudar a muchos que nos están leyendo, dime ¿un escritor, se hace o nace?


Lo primero, decir que estoy muy orgulloso de mis raíces cristiana-romana-helénica, que son las que nutren y han hecho de Occidente lo que es, a quien le pese. Por tanto, considero que la caída del Imperio Romano fue un desastre que nos condujo a una de las épocas más tenebrosas de la Humanidad, a pesar que en dicha época también hubo momentos brillantes. Y del feudalismo todavía estamos hoy en día soportando errores.
            Ahora vamos a los que nos interesa. El escritor puede hacerse y puede nacer, pero, es indudable, lo tendrá más fácil quien nace con el Don. Pero hay que saber entender esto. Puedes nacer con el Don de narrar historias, de crear personajes y tejer argumentos, pero ese Don es como un diamante en bruto al que tienes que pulir para poder darle mayor valor y, lo más importante, saber que lo tienes. De nada sirve el Don si no lo trabajas o descubres, porque por sí sólo no te conduce a nada. Es otro dicho cierto aquel de a saber cuántos futuros poetas puede haber en un grupo de albañiles subidos a unos andamios.
            Por el otro lado, aunque nazcas sin el Don puedes llegar a ser un buen escritor, porque aunque es muy cierto también de que cada cual debe saber perfectamente cuáles son sus límites, si uno cree que, a pesar de todo, es capaz de convertirse en escritor, entonces se debe a sí mismo, al menos, el intentarlo. Es otra de las maravillas del ser humano: el ser capaz de superarse a sí mismo y sus limitaciones. Pero, repito, lo tendrá más fácil quien nazca con el Don. ¿Y porque unos nacen con dicho Don y otros no? Ah, esa es otra pregunta que merece otra respuesta y no viene al caso aquí.

13. Y como final, dime, ¿hay algún placer morboso de tu parte en dejar una novela con un continuará como las viejas películas de Hollywood a las que sueles aludir en tus escritos? ¿Tienes un fin para la saga o lo dejas librado a la imaginación y los libros de historia? ¿Existe en tu imaginación la historia de Calígula?


Claro que hay placer en dejar mis novelas con un rotundo “continuará” al final. A mí me encanta que mis novelas favoritas, sabiendo que no terminan, lo hagan con ese “continuará”, promesa ineludible de nuevos momentos mágicos, asombrosos e imaginativos. Es un pequeño homenaje también a los pequeños seriales de fantasía, terror y aventura aparecidos en los antiguos folletines de papel, donde, mediante entregas, se publicaban grandes novelas.
Sí tengo un fin para mi Saga del Águila, en total, a no ser que se me descuadren las cuentas, van a ser cinco libros. De momento dos escritos y los otros tres ya con sus argumentos medio trabajados. Y dado que tengo pensada la saga en su totalidad y sé a dónde quiero llegar, eso me permite ser un poco menos chapucero y pensar adecuadamente en los argumentos y personajes. Por eso, uno de los siguientes protagonistas en la Saga será, precisamente, Calígula.
Y es que vienen tiempos interesantes en el mundo que he creado para La Saga del Águila. Los Dioses Oscuros aún no han sido vencidos, de hecho, su Línea de Sangre no ha sido descubierta ni neutralizada, los reinos orientales amenazan con atacar las fronteras imperiales y los enemigos se encuentran en Roma ocultos dispuestos a medrar en su perfidia y traición. Pero Roma, y con ella los personajes de las novelas, no va a permanecer quieta, sino que luchará y llevará la iniciativa, consiguiendo que las Águilas de las legiones se alcen por todas partes, en los campos de batalla más insospechados, porque la lucha contra los Dioses Oscuros es la lucha desesperada de la Humanidad contra aquellos que la desean sumir en un reino de caos, muerte y sangre. El lector va a asistir a la invasión romana más asombrosa de todas (ya he dejado caer en la segunda parte de la Saga algunas pistas al respecto) y al comienzo de un Mundo que no es el nuestro, pero al que se le parece. Y también continuarán las aventuras de Segestes, Marcelo, Sexto y los demás, junto con sus descendientes, herederos de la lucha sin tregua ni cuartel contra los temibles Dioses Oscuros. He dicho.




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